La Modelo, una cárcel para cuerpo y alma

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Una prisión desierta, un aire oscuro en el silencio que se llena de moho, una sombra del pasado por el vacío. Pequeñas ventanas de hierro oxidado entre la pintura descosida. El alma vieja del mal agarrándose a la torre, deambulando por las celdas vacías, las rejas roídas, los módulos como sombras grises aguantando el aliento de un infierno fugaz.

La prisión Modelo de Barcelona se inauguró en 1904 y se cerró en septiembre de 2007. En este momento solo las vértebras resisten a la memoria. Ana Terradillos entrevista a uno de los gobernantes que convivió con los terroristas islámicos. ¿Cómo sabe una madre que su hijo se está radicalizando? Joan, caminando por las galerías, incrustando sus ojos en los hierros pausados otorga las claves. Asoma primero una suave conducta fanática. Entre otras cosas dejar de comentar a un individuo que fuma, o no poder estar al costado de una mujer en el ascensor. Después los extremos hierven con sus burbujas de hambre sanguinaria. Empiezan a dejar a los amigos de siempre. Se muestran otros extraños. Horas meditabundas de sepa, pertinaces rastreos por internet, donde cuando se inspecciona se muestran multitud de foros de adoctrinamiento, cursos para crear explosivos, vídeos donde enseñan como acuchillar en zonas vitales.

En un instante preciso se sienten extranjeros en todas partes. Moros aquí, españoles en Marruecos. La civilización, las maneras de ocio, los camaradas de clase, de ligue, todo se diluye en las sombras del ayer en tanto que una exclusiva identidad emerge apuntada por las expresiones de un imán sanguinario. El padre espiritual va tejiendo en sus cabezas el vestido de la desaparición. Luego de ayudar a la mezquita, Hichamy, Abouyaaqoub y Aalla, iban a casa del imán Es Satty donde les decía que el martirio por Alá y la umma, la red social musulmana global, les abriría las férreas puertas del paraíso. Fallecer para vivir siempre en un gozo infinito. El paraíso. Jardines de ensueño, vírgenes de mirada recatada, con ojos como huevos de avestruz (37-49), múltiples frutos y bebidas, ríos de leche, de vino, de miel, palmerales y granados, vírgenes increíbles bellísimas, huríes enclaustradas en pabellones (55-72), los bienaventurados van a estar reclinados sobre cojines verdes y bellísimos abqarí (la uva «dedos de virgen» que crece en varias provincias marítimas de al-Andalus).

Cuenta Anna Teixidor, en su vivencia periodística con un reclutador, la especificación que éste le logró del paraíso para justificar su viaje a Siria. Le dice que ahí siempre van a tener 32 años. No va a existir tristeza ni miedo ni hambre ni injusticia. No se expulsará el alimento y se desplazarán de un espacio a otro subidos a una nube. Le dice que si muere sería muy beneficiada, ya que al ser mujer de un mártir Alá la nombraría jefe de las setenta vírgenes que el guerrero recibe. Y para muchos son escasas huríes, ya que hay un imán del wahabismo, en YouTube, que ha usado la teoría de la relatividad para argumentar que, en lugar de las setenta mujeres prometidas, cada musulmán va a tener, en el más allá, setenta mujeres que van a tener todas ellas setenta esclavas brindadas por día al hombre.

Luego de la prisión vamos a Terrasa. Cuando llegamos la oración del salat suena por el vecindario musulmán. El sol del mediodía hierve en los tejados creando un espejo luciente. En la calle del doctor Pearson, juntos a los jardines de la plaza de Cataluña, está uno de los superiores centros islámicos de esa red social. La mezquita, verde y blanca con columnas grises, está llena de un variopinto muestrario de leales, un muestreo de ropajes y edades musulmanas. En la parada del colectivo, que está enfrente, los que terminan de finalizar el rezo del mediodía se sientan a aguardar. Predominan mujeres con las bolsas de la adquisición, jovenes que corretean cerca de la puerta y el Centro Aragonés de Terrassa, ancianos sentados en los descansillos del parque, serenos y silenciosos, mirándonos con alguna desconfianza.

Mientras Ana entrevista a Mustapha El Fassi, el presidente de la mezquita, hurgando con avidez periodística en la operación Karonte, veo a salir a un fiel con las manos repletas de libros y converso con él. Pero primero atendemos a la entrevista de Ana. La operación Karonte fue una de las superiores antiyihadistas de nuestro estado. Los mossos desarticularon una célula que captaba a adolescentes para enviarlos a Siria o a Irak y batallar con Daesh. Pretendían además atentar en sitios emblemáticos de Barcelona e inclusive secuestrar a una mujer, vestirle con el mono naranja de los presos de Guantánamo y decapitarla.

Mustapha escucha como Ana le dice que ahí rezaban la mayor parte de los once detenidos, que seis eran conversos y entre ellos el jefe de la célula que era un peluquero granadino español que en la mezquita se transformó al Islam.

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